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martes, 8 de mayo de 2018

Me quejo


Hablemos sobre la honestidad. 
Es muy difícil a veces ser sincero con uno mismo y con los demás porque de vez en cuando tener diferencias hacen que te tilden de "raro", "loco", "fuera de lugar" o lo que sea. Siempre supe que yo era un poco distinta al entorno que me rodeaba, lleno de competitividad, individualismo, y egocentría. En cierto punto, yo elegí ser diferente porque no me gustaba lo que veía: gente intentando ser iguales, pertenecer a un grupo, copiarse unos a los otros. Y yo quería ser original, a mi manera pero es cierto que solo no se puede vivir, se necesita de nuestros pares. Todos necesitamos pertenecer a algo, alguien, que nos conecte, que nos haga sentir precisamente especiales. Cada uno, encontrará su manera. Yo lo hice a través de los videojuegos, escritura y mi vida en el mundo virtual, fue mi conexión con el mundo, con personas con mis mismos intereses.Pero a veces, hay que hacer ciertos sacrificios para poder ser parte de ese algo. Hay que fingir, mentir, reírse de otros solo porque los demás lo hacen, criticar, ganarse el lugar. Siempre consideré que todo esto era una especie de ritual estúpido, que sola la gente estúpida estaba dispuesta a hacer pero hoy en día, hoy mismo, me di cuenta de que yo misma lo hice. Sí, no fui sincera conmigo misma ni con los otros pero lo peor es que en el momento no me di cuenta, creí que estaba siendo yo misma la que se reía y criticaba. Creí pensar exactamente lo mismo que los demás, creí tener las mismas ideas y pensamientos pero por dentro, una parte mía, se estaba traicionando a sí misma.Y no me siento orgullosa de lo que hice. Creo que todos lo hemos hecho alguna vez; en cierto punto la sociedad te empuja a hacerlo para no quedar al margen. Y ¿Quién quiere ser un marginado? 
Nadie quiere estar solo en el mundo. Hoy leí en un mural que decía: Soledad es una sola y me está matando lentamente.
Creo que quise llorar cuando lo leí mientras iba en el carro de mi prima porque siento que la soledad se está incrustando en mí, en las cuatro paredes de mi habitación es jodidamente doloroso.Sé que todos lo han sentido alguna vez, aquella soledad punzante que viene a apuntarte con el dedo, viene a remarcarte todos los errores que cometimos en la vida, a esas personas que dejamos de lado y a esas otras tantas que dejamos de amar.Y me estaba preguntando, ¿Cómo es posible vivir según tus propias convicciones y tu propia moral sin traicionarte ni quedar afuera del mundo? ¿Cómo es posible conjugar tu persona con la sociedad en la que estamos viviendo? ¿Se puede ser realmente original sin terminar ser excluido? Lo que más miedo me dio de la situación de hoy, es no haberme dado cuenta en el momento de lo que estaba ocurriendo, esta pequeña traición que cometí.  Si se vuelve a repetir una situación así, quiero ser consciente de lo que estoy diciendo y sintiendo, quiero que sea mi propia voz la que hable y no una máquina que repite discursos.
Quiero poder ser yo misma dentro de una pecera llena de mismos peces iguales, quiero nadar contra la corriente y no sentirme perdida.
Porque hay noches donde no puedo dormir y estoy desvelada, donde siento que me estoy perdiendo a mí misma, que aquel motor que me impulsaba a caminar todos los días, se está estropeando. Siento que cuando escribo, no digo realmente lo que mi corazón, si señores tenía corazón, quisiera decir. Cuento otra historia.Es decir, es muy fácil hablar de las mierdas de los demás sin fijarse en tu propia mierda. ¿Por qué? Porque mirarse a uno mismo duele y usualmente elegimos el camino de apuntar al otro con el dedo.Y ¿Quién soy yo o quién eres tú para juzgar? ¿Cuáles son los parámetros que indican qué es lo correcto y lo incorrecto? Si vemos a una persona sufriendo ¿Por qué le damos la espalda? ¿Por qué elegimos juzgar sus errores en lugar de intentar entender? Porque entender a veces es como mirarse al espejo y ver tus propios errores. ¿Duele, molesta, incomoda? ¡Claro que sí! Pero....¿Qué más nos queda si no nos somos honestos? ¿Qué será de nosotros si no podemos enfrentarnos con nuestros propios demonios? Todos mentimos, juzgamos, nos reímos de las desgracias ajenas alguna vez. Todos lo hicimos. A veces es divertido, ¿No? A veces parece lo correcto para hacer en el momento. Pero después se siente ese vacío, cuando se acaba el chiste o la gracia y la risa, cuando nos quedamos en silencio con nadie más que nosotros mismos... entonces nos miramos y decimos: ¿Esa fui yo? Sí. ¿Y nos hacemos responsables de aquello? Bueno, eso está en cada uno.Solo quiero a partir de hoy, ser fiel y sincera conmigo misma principalmente, para poder ser sincera con el resto. No quiero iniciar una guerra, quiero de una maldita vez,aunque sea una sola vez, que nos hagamos cargo de lo que decimos y hacemos. Yo hoy me hago cargo de que cometí un error. Y sí, es fácil decirlo a través de una red social, pero al menos lo estoy exteriorizando. ¿Podremos volver a empezar y construir un mundo más honesto? Todos tenemos un límite y a veces solo hace falta cruzarlo para darse cuenta de las cosas.