Posiblemente requiera de alguien con quien conversar,
alguien con quien reposar mi cabeza y descansar. Cada uno tiene su vida, sus
problemas, sus asuntos sin resolver y yo
no puedo meterme allí, no puedo gritar para que me escuchen, para que alguien
al menos me note. Soy como un cero a la izquierda en el mundo, vivo en una casa
que ya casi no es mía, que al menos yo no me siento así, estar en ella es más
bien como vivir en un hotel con una familia que trata de pretender ser un conjunto de personas con las
que no tienes voz, no tienes un punto de
vista, donde no caben tus verdades ni tus creencias. Con ellos solo puedes limitarte
a negociar porque si las cosas no son como ellos quieren, entonces simplemente
no son. Proyectan negociar mi felicidad,
manteniendo mis expectativas pendiendo de un hilo ínfimo. Si no sigues su
camino, si no comprendes que no tienes espacios de libertad entonces no tienes
nada, existen reglas y tienes que seguirlas paso a paso. Tu futuro no es más
que un vuelto que recibes a cambio de algo. Cuando al menos intento defenderme,
ellos preparan sus puñales y los retuercen en mi corazón con palabras que
duelen. Ellos creen que no soy más que una vergüenza, una malagradecida, un
pedazo de mierda que no vale nada. Me lo dicen sin pudor en la cara porque
realmente lo sienten y creen, lo veo en sus expresiones de sarcasmo y orgullo
cuando hablan. Me educan que la vida se basa en lo superficial, en lo que la
gente ve de nosotros, en estupideces como que debemos cambiarnos de ropa dos veces
al día si veremos a las mismas personas en la mañana y en la noche. Por mi
lado, anhelo con un mundo donde pueda ser yo misma sin tener que ser este
prototipo de mujer que vende los anuncios, que regala sonrisas que no le nacen
y peroratas en los que no cree. Largan sus balas sabiendo que darán en el
blanco, que me quebrarán, que terminaré llorando de bronca, por toda la
angustia reprimida, de comerme mis pensamientos porque no son lo que ellos
quieren escuchar, no es lo que esperan de mí. Me hundo en mi habitación,
derramada sobre la cama, intentando respirar entre lágrima y lágrima. A nadie
le interesa, estoy segura. Nadie vendrá a abrazarme o decirme que las cosas
mejoraran. No me queda nada más que engañarme diciendo que mañana amaneceré y
encontraré la salida en este laberinto pero mañana es otra jornada y será otro
día pretendiendo ser una mujer adulta y madura. Vistiéndome de colores y con ropa
de marca con tan solo 21 años, que sabe exactamente lo que hace y quiere, que
puede crear un paraíso donde hay selva y ver un arcoíris donde no llovió. Nadie
se imagina ni quiere ver ni entender que soy solo una chica, intentando
sobrevivir.
Detesto llorar. Es la 2 de la mañana y quisiera huir.
Cuando trato de dar lo mejor de mi soy una hija de puta, cuando dejo de ser yo misma es porque no es correcto de una niña con modales. Cuando deseo es porque no debo y cuando no deseo es porque se supone que lo debería sentir. Constantemente termino como un trapo de tela que se pasan de mano en mano, esta maniquí con la que juegan sin saber que me puedo romper.
Detesto llorar. Es la 2 de la mañana y quisiera huir.
Cuando trato de dar lo mejor de mi soy una hija de puta, cuando dejo de ser yo misma es porque no es correcto de una niña con modales. Cuando deseo es porque no debo y cuando no deseo es porque se supone que lo debería sentir. Constantemente termino como un trapo de tela que se pasan de mano en mano, esta maniquí con la que juegan sin saber que me puedo romper.