He estado
observando desde lejos lo que pasa por mi cabeza; no quiero involucrarme
aunque sé que debo. No puedo cambiar los hechos; la soledad está aunque
la haga a un costado e intente que permanezca sola -como su palabra
indica-
Pero es una soledad tan extraña, viene hacia mí para
complacerme, para hacerme sentir única... ¿Aún no entendiste que la vida
en soledad no es lo mismo?
Han pasado tantas primaveras,
luego inviernos y ahora el Sol renace de nuevo. He pasado tanto frío, y
tantas heridas han quedado expuestas a las críticas que mi completa vida
fue condenada en los tribunales de las miradas externas.
¿Y el juez?, ¿Yo? No. Intento no serlo pero... sí, sí, lo sé... a veces pasa. La vida pasa, ¿no?
Pues no: no quiero que le den uso a mi libertad sin poder elegir.
Todavía me pregunto, dónde guardaste mi amor propio. En qué rincón de la cocina, o del cuarto tal vez.
¡Corazón, corazón, qué será de Dios... de MI Dios!
Todavía
me pregunto en qué me perdí, con qué razón, excusa o motivo. A dónde
fui a parar todos estos años. 8 años, ¿no? Lo sé, sé que no te gusta que
los cuente pero los tengo marcados en mi cuerpo y no puedo borrarlos.
Fueron tantos años, querida, que ahora cada pequeño y estúpido detalle me devuelve la vida, una satisfacción indescriptible.
Lo prometo. No más preguntas. Más vida.