La extrañeza de mis días perciben en ellos un dejo de nostalgia.
Nostalgia a lo que se tuvo y se dejó ir; ahora solo pienso en volver,
volver al pasado y retomar el dolor que en aquéllas épocas me atravesó.
Pero ¿Por qué dolor haz de aparecer si la vida es tan bella cuando tú no
estás? El alma ríe ferviente en su propia locura y las palabras ya no
son tan hirientes cuando salen de mi boca. Quizás aún detonen cierta
tristeza que se transforma en enojo pero ¡Al fin hago lo que puedo, como
cada uno de nosotros!
Podemos revolcarnos en aquélla ira y
permanecer idolatrados ante tal desbordante sentimiento o podemos elegir
desprendernos de ella y ser la persona que querramos ser, ahora libres
de la opresión por ser lo que los otros quieren que seamos. ¡Libertad,
amigos, libertad!
Inundemos estos corazones llenos de esperanza, de
libertad de elección, de vivir y de sentir. Permanecer en un mismo sitio
con la cabeza bien alta, erguidos ante el mundo.
Que no los asuste, el mundo es tan solo una gran calcomanía pero detrás de ella no hay nada. Nada más que aire.
Aquél fuego que quema por dentro son las cicatrices del pasado, un pasado presente con un futuro incierto.
¿Acaso
no era más lindo cuando éramos niños y la realidad aún no dolía? Ese
fuego aún no era pasado porque para nosotros solo existía un presente, y
un gran camino por delante.
¿Qué de aquélla niña hoy en día
conservo?, ¿Qué de aquélla mirada, esa risa, esa capacidad inmune contra
el dolor? Inmune ante la vida. Yo tenía el mundo por delante para
conquistar y hacerlo mío pero con el tiempo acabé de descubrir que él me
comió de antemano.
Cuando me miró a la cara percibió aquéllos
grandes ojos hambrientos de conquista; por dentro me encontraba aterrada
pero el miedo era para mí una ilusión, algo que evitaba aunque con el
tiempo se acumulase transformándose luego en cicatrices. Dolor y más
dolor. ¿Qué es eso?, ¿Qué es la vida?, ¿Qué es el llanto? Aún nada para
esta mente aniñada que acaba de despertar.