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Yo amo, Japan

Leéme


jueves, 5 de agosto de 2010

Me caí . Corriendo iba, cuando intentando esquivar una rama en el suelo, pise mal y di contra el suelo. Mis manos y mis rodillas amortiguaron el golpe. Una humareda de tierra se alzó sobre mí y antes de permitirle desaparecer me alcé sobre mis pies y con más bronca seguí corriendo. Por tonta, ilusa, cobarde, estúpida y sobre todo, gorda. Cuando ya llevaba otro trama corriendo, me miré la rodilla sin detenerme y mi pantalón estaba rasgado. Las palmas de las manos empezaron a quemarme, arder más que nada. Me detuve rápidamente y me di cuenta de que las manos me sangraban y el frío me estaba haciendo sentir el dolor. Mentí las manos en los bolsillos y di media vuelta pensando que lo conveniente sería pasarme por el departamento de papá que quedaba más cerca donde ocurrio en incidente. Mi rodilla comenzaba a darme puntadas que no me atreví a descubrir. Cuando llegué a la entrada del depto, toqué el timbre y supliqué para mis adentros que hubiese alguien. Toqué unas tres veces cuando estaba por darme por vencida. Y entonces, cuando me intenté alejar, por lo bajo sonó en el portero la voz de una mujer:


-¿Cami? Soy Lika, abreme.-le dije con apuro.

-Si, ahí te abro.

-Necesito algo para curarme- le dije mostrandole las palmas de mis manos mientras cerraba la puerta del portón del complejo tras de mí.

-¿Qué? ¿Que te pasó?- me miró con los ojos como dos platos.

-Me caí corriendo, no se que me hice, la rodilla también me lastimé. No se que será porque no quise mirar.

-Entrá, vení que te curo.

Y la chica que limpia la casa de mi papá, que conozco desde ya chica, me miró las heridas y empezó su busqueda en el botiquín. No había ni pervinox ni gasas, sólo curitas. Me hizo lavarme las manos con jabón blanco y agua; me sentó en una silla y me hizo levantarme la manga del pantalón para ver la rodilla. Y esta vez, la que puso los ojos como platos, fui yo. Tenía dos cortes, y toda la rodilla roja, cubierta de sangre. Me miró y me dijo que iba a llamar a mi mamá. Lo hizo. De hecho, me di cuenta de que fue en vano, estaba en el médico y cuando me pasó para que hablase con ella practicamente me dijo "no puedo hacer nada Lika" y no me dejó opción, le corté el teléfono. Llamamos a mi papá con su teléfono, porque por si fuese poco me había olvidado el mío. No respondía ni los mensajes. Supuse que no tenía caso. Limpiamos la herida entre mis alaridos y por suerte, no había ningún vidrio adentro. Sólo dos cortes profundos y la rodilla un poco infalamada. Miré la hora y me di cuenta que era igual si esperaba que alguien llegase a socorrerme porque probablemente eso no sucedería. Me puse el calzado como pude y le dije a Cami que era hora de marcharme. Con la sangre corriendome en la rodilla, partí a casa. Cuando fui llegando, cuando doblé a la esquina, comprendí que en realidad en esa casa sólo habían personas extrañas que nisiquiera podian acudir cuando me caía y me lastimaba. Siempre debía de salvarme la vida sola. Hasta que algún día, no me quiera levantar más.

Quiero volver, me duele todo...