Jamás olvidaré esa noche, tan hermosa, tan mágica, tan llena de colores en el cielo estrellado. Tan enormes mis sonrisas, tan cercanas tus caricias, era feliz, sí, lo era porque estaba junto a ti. Soy feliz.
[...] Y tercero, que seas feliz. Y Te prometo que yo haría cualquier cosa, basta con que me lo pidas que yo te lo doy si eso significa tu bienestar y tranquilidad. Si quieres que sea barrendero, lo soy, si ese es el precio de tu felicidad. Justo cuando pretendí que iba a poder contestarle algo, se puso a llorar. Y no supe que hacer, no supe que comentar, no supe si abrazarlo o simplemente acompañarlo en el dolor. No sabía si irme a ver los poemarios y hacerme la tonta. La gente miraba y la verdad es que me daba igual que lo hicieran. - Elegiste un lindo día, el mejor lugar para llorar pa (y le sonreí haciéndole reír) - Si ¿no? Pero sabes que a los cincuenta, uno ya se pone medio tonto y la verdad es que no puedo controlar la emoción cuando simplemente me viene al cuerpo.