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jueves, 20 de septiembre de 2018

Hace unos meses publiqué una foto en mi IG cuestionándome acerca de la identidad de género. Quisiera aclarar que con mi explicación de género no quiere decir que tengo una preferencia por las chicas. De hecho, creo fielmente y admiro mucho a los hombres tolerantes que aman escuchar o debatir sobre la filosofía, ciencia, cultura y contar anécdotas de sus viajes. Y muchas cosas más que ahora no vienen al caso.

Pero, ¿Qué significa el género? ¿Qué significa ser mujer u hombre?
Y otras preguntas que no vienen al caso, ¿o sí?

Leo muchas definiciones al respecto, y también me pregunto ¿Acaso la clasificación y el encasillamiento le hace bien a alguien?

Las definiciones ayudan a identificarnos, a comprendernos, pero debemos tener en cuenta que sólo son eso, algo circunstancial (puesto que no sabemos el futuro) que necesita de diversidad y cambio. ¿Quién dice que si fuéramos inmortales no adoptaríamos cientos de personalidades a lo largo de nuestra historia? Pero ante todo la diversidad necesita respeto ante lo que no nos iguala. Entiendan además que el respeto no significa abalar, sencillamente es un estado de comprensión. Respeto, por ejemplo, a la gente católica pero no comparto un ápice de sus convicciones. Respeto que sus creencias sean distintas, pero no por esto haré un genocidio de todo aquel que no comparta mi opinión. No por esto invalidaré su identidad.

Como persona que pone en práctica diariamente el sentido poético de la vida, me importan más los sentimientos que las definiciones. Y con esto no quiero decir que estoy invalidando lo que siente el otro. No entender tampoco quiere decir invalidar.
Intento poner en palabras lo que siento, pero me supera. Quizás si pudiese ordenarlo podría definirme. Quizás…, ya lo he intentado sin éxito. No puedo definirme, sólo puedo afirmar las cosas que me gustan en este mismo momento. Tampoco sé quién seré o cómo, en un futuro. Sé que tengo muy baja tolerancia a la discriminación, y que mi vara de valores éticos y morales es muy alta. También sé respetar incluso cuando desconozco. Y esto debería ser suficiente para entablar una conversación, pero es que a veces si no puedes hablar con definiciones pareciera que no vale.

La sociedad pareciera estar muy satisfecha con el género binario mujer-hombre. Incluso pueden acercarse a entender al transexual mientras sepa cuál es su género. Si yo dijera que no me identifico con ninguno, ¿cuál sería la respuesta?, ¿o cuál la pregunta que permitiera comenzar un diálogo? Si el género no se define por el sexo, por la orientación e identidad sexuales y, por los valores prestablecidos socialmente para lo masculino y femenino, les hago esta pregunta. ¿Por qué se siente que eres mujer u hombre? ¿Qué hace, qué define que seas de un género determinado? Yo no me rijo por ello, y por eso mismo me es imposible afirmar que me identifico con alguno.

Si comenzamos a cambiar los paradigmas de lo que significa ser mujer o varón creo que todos podríamos vernos confundidos ante esta pregunta ¿Qué soy? Quizá el género no sea más que una construcción cultural y social. Vivimos en un sistema ancestral donde de acuerdo al órgano sexual que tengas es como deberás actuar. Y si cambiaras tus órganos, de igual manera deberás comportarte acorde a un parámetro cultural. Pero no son los órganos lo que me interesa cuestionar, ni el sexo que elijas. Si alguien nace un hombre transgénero que ahora es mujer, ¿por qué lo vemos vestirse como culturalmente se asocia a la mujer? ¿Por qué vestidos, color rosa y tacones? ¿Acaso uno no puede sentirse mujer sin todos estos ítems asociados? Pero si quitamos lo que cultural y socialmente significa ser de un género, ¿qué nos queda? ¿Qué nos hará definirnos como mujer u hombre, o ambos? Si no te define el órgano sexual, tu orientación e identidad sexual, tu forma de vestirte, tu patrón de comportamiento social… ¿qué somos?
¿Se podría afirmar, por ejemplo, que yo sigo siendo mujer aun así me vista con traje y me guste jugar videojuegos como el street fighter y naruto? Sí. Porque los roles paradigmáticos están cambiando, y la línea que divide lo enteramente masculino y femenino también. Por ende, el género va quedando obsoleto. Los gustos, la vestimenta, los sentimientos ya no nos definen. Los hombres también lloran, las mujeres también pueden elegir cualquier profesión que antaño se la consideraba masculina. 

Tampoco la orientación sexual es medida (parámetro) de definición. Ser homosexual no invalida al género.
Pero en la sociedad el género parece serlo todo. En tu carnet de identificación, entre otras cosas, se indica el sexo, masculino o femenino. Si chateas con alguien y el nombre no lo indica, es la primera pregunta que te hacen. ¿Eres hombre o mujer? Y esto es lo que condicionará el tipo de relación que tendrás, cual sea tu orientación sexual. Claro que esto se vuelve más complejo hacia las personas intersexuales. Aun así, en estos casos, la sociedad pide que te definas. Vale, naciste con estos órganos pero decide qué género tendrás. Claramente un ángulo equivocado cuando se ha visto que el sexo no define a éste.

Entonces, repito la pregunta que aún no parece llevar una respuesta certera en mí, ¿qué significa el género? ¿Qué lo define?
Cuando digo que yo no me rijo por éste, me refiero a que hace tiempo dejé de preocuparme por lo social. Empecé a hacer las cosas que me gustan y no las que debía hacer de acuerdo a mi sexo. He nacido mujer pero he hecho cosas que la sociedad decía que pertenecían al espectro masculino. Me encanta los videojuegos, practiqué por mucho tiempo karate, me compré poleras de hombre, casi nunca uso maquillaje (la verdad queda bonito pero rehúso del esfuerzo diario y prefiero que una persona luzca natural). Comencé a rechazar lo femenino o masculino cuando fui consciente de los privilegios que el hombre gozaba. Esto abrió una pregunta en mí. Si yo fuera hombre, ¿qué me gustaría hacer? Lo primero que pensé fue la libertad con la que caminaría por la calle sin el miedo a la mirada masculina o los “piropos” (¡que no lo son!) que tanto me incomodaban. El cuerpo tiene un rol muy importante en el ser humano. Más allá de los adornos de la ropa, el maquillaje y el estilo, socialmente importa mucho si eres delgado o no.

Por más que me preguntara todo lo que haría si fuera un hombre la verdad es que no lo era. Y la solución tampoco radicaba en cambiarme el sexo o el género. Yo podría hacerme hombre y aun así socialmente no gozaría de los mismos privilegios.  La solución es que los géneros dejen de ser definitorios, parámetros de lo que uno debe hacer y dejar de hacer. La solución es que los derechos que el ser humano comparta sean los mismos. Sin importar su género, su orientación sexual, su color de piel, su creencia religiosa, etc. No olvidemos que en el pasado la persona de color oscura era esclava. No olvidemos los genocidios cometidos por las religiones y los partidos políticos. No olvidemos lo que aún en día sucede, porque por más que pensemos que estas son historias que estudiamos en los libros, no pertenecen exclusivamente al pasado. Cuando el ser humano deje de creer que existe una superioridad de razas, de escalones sociales y económicos, de géneros, y de Dioses, quizá podamos ser libres e iguales. La igualdad debe ser representada en cuanto a derechos, porque luego cada uno, aunque comparta gustos y pensamientos, somos diferentes. 

Siguiendo con el tema principal, mis gustos no me definen. Mis gustos son circunstanciales, sin género porque siento que éste sólo me limita. Intento además que sean atemporales dentro de la medida posible porque claro que vivimos en la época que nos tocó vivir. Por esto disfruto leer escritores de otros siglos, me gusta saber cómo vivían antes, las modas que los atravesaban, los conocimientos en los que ponían énfasis. La historia no es lineal, no se puede decir que todo lo que pensamos hoy en día es superior a otras épocas. En muchos casos es sólo distinto. Podemos verlo en las profesiones. Antes era importantísimo ser filósofo, podías vivir de los coloquios, cuestionar era una profesión viable. Hoy en día un jugador de fútbol profesional gana mucho más que un médico, un abogado y por supuesto un filósofo.

Las modas cambian y no quieren decir que son correctas y de exclusiva necesidad. Por esto me parece tan importante que intentemos vivir nuestra vida fuera de los parámetros de la sociedad. Porque elegir nuestra identidad y ser felices con nuestra decisión es más importante que adaptarse a un estereotipo. Y también más difícil. A nadie le gusta sentirse discriminado pero es necesaria esta diversidad para comenzar a derribar estigmas, para comenzar a vivir lo que sentimos, a elegir lo que queremos sin que todo esto genere angustia. Y lo he sufrido en el pasado (lo sigo sufriendo), pero al menos no quiero que la angustia me frene. Aún en el sufrimiento, encuentro una salida. Me reafirmo en él, dejo que me atraviese estando intacta, análoga, pero no indiferente. Porque el dolor te cambia, eso es cierto. Y eso está bien, mientras que el cambio te haga ser una mejor persona. Es por ello que es necesario doler, y no lo digo como una alabanza sino desde la necesidad del planteamiento y del re-descubrimiento. Lo que sí no se necesita es la discriminación, el ocultamiento, la enfermedad, la invalidación de una identidad.