A veces, solo a veces, pareciera que me actualizo en mis desgracias para
ver cómo estoy. Es la necesidad inequívoca de expresarme a través de mis palabras, para
ver de dónde vengo, qué me está pasando. Necesito decirme que al fallarme le estoy fallando a otras personas. Lo
siento papá, amigos y personas que conozco recientemente. No todos los días
puedo levantarme y ser yo misma, y vivir la clase de vida que quisiera vivir. A veces, algo en mí irrumpe como una repentina tormenta y me deja parada
en medio de mi cuarto, desprotegida. Y pienso: ¡Cuánta gente hay que no lo
entiende! Incluso mi mismo círculo.No justifica el hecho de que me ausente, el hecho de quitarme un día más
de vida... ¡Nada lo justifica! Pero tampoco justifican tus palabras y ausencia.
Cada día que te observo con más detenimiento, más me doy cuenta de cómo eres. Y
me irrita; pero al mismo tiempo me alegra saber que yo no soy como tú y que
nunca lo seré.
¿Te acuerdas todas aquéllas veces que nos comparábamos? Que decías que
éramos tan parecidos; que en nosotros el cambio era natural e incluso próspero
y obligatorio. El cambio sano. Bueno, debo admitir que yo sí sé hacia dónde
debo ir en este camino, dónde está mi meta... pero tú... Lo siento, eres una
huella perdida. Y tu pensamiento de superioridad no te hace más superior, tus
palabras te vuelven más inferior (si es que en realidad existen esas llamadas
clases superiores e inferiores).Ya partiendo de aquél pensamiento me da una idea de lo que eres. Esperen
un momento. ¿Por qué estoy sentada acá en la computadora escribiendo sobre ti?