Últimamente tengo la sensación de estar perdiendo el tiempo. No sé el
qué, ni cómo, ni por qué; pero creo que ha pasado algo muy fuerte en mi
vida y ni siquiera he estado de mente presente para vivirlo. Y ahora
está viniendo toda la información de golpe a mi cerebro, de golpe
golpeando fuerte. Más fuerte de lo que cualquier información me haya
golpeado jamás. Y llega un punto en el que me voy dando cuenta de todo
lo que he mal - aprendido
En todo este tiempo he aprendido a sentirme de muchas maneras que no me gustan.
He
aprendido a sentirme fuera de sitio, fuera de cualquier lugar al que
pudiese pertenecer. De hecho, me siento como si no perteneciera a
ninguna parte, como si fuera parte de lo que no es parte, como si me
hubiese quedado anclada en un lugar intermedio entre aquí y alli, un
lugar al que los mortales sanos de mente no pueden llegar, pero yo me he
colado. Me he colado y sigo ahí.
He aprendido a no estar
estando, es decir a sacarme a mí misma de mi vida de una manera tan bestial que a
veces creo que no podré regresar.
¿Saben algo de las almas? Ayer, mientras estaba en la clínica me comentó que, a veces, cuando alguien está en
estado de coma, el alma se separa del cuerpo y divaga en un punto
intermedio entre el más allá y el mundo real; y los seres humanos que
aún andan vivos de cuerpo y mente presentes notan entes que mueven
cosas, que hacen ruido, que golpean puertas de forma violenta, que tiran
libros de la estantería... Y se acobardan, los seres humanos que poseen
un sitio fijo en el mundo se acobardan de los seres humanos que no lo
tienen. Se acobardan de seres humanos como yo. Y me pregunto hasta qué
punto damos miedo. Hasta qué punto todos los vivos no tan vivos, todos
los sin - sentido, todos los de ninguna parte acobardan a los vivos muy vivos, a los con-sentido, a los de alguna parte.