20 años. Llevo 20 años, Viví mucho -demasiado- y aún no he crecido lo suficiente
para adquirir la sabiduría que sólo viviendo se alcanza.
Viviendo, o sufriendo. Da lo mismo. Son 20 años. ¿Mejores, peores? Da lo mismo.
Solo me arrepiento de haber hecho sufrir a aquéllos que estuvieron a mi lado, apoyándome y sufriendo a la par.
Yo, duelo. Duelo mi propia muerte en vida.
Ahora,
creo que lo mejor es decirte, andate. Dejame sola. Sola. Sola. Sola. Viví tu vida. No mirés atrás. No
me pienses. Pero nunca te olvides que YO (con todo mi dolor y amor) te
amé. Te amé como pude, con mis torpezas y desperfectos. Te amé, a veces,
en silencio, en la oscuridad, y en el llanto.
¿De qué otra
manera se puede aprender a amar que observando? Aprendí tanto de ti,
como de la vida. Aprendí el poder inmenso del amor... que de verdad no
tiene límites. Pero que también es frágil, se puede romper. Pende de un
hilo tan quebradizo como tu voz.
Me invanden recuerdos, muchos
recuerdos, y trato de reprimirlos. No querré arrepentirme. No ahora.
Soltaré lo que algunos llaman "el camino".
Pararé aquí, estoy
demasiado triste para continuar escribiendo, y aunque quisiera llorar
admito que dentro mío, el corazón es un caudal de sentimientos.