Me
siento tan frágil en mi entera humanidad que no podría deducir si mis
sentimientos de autodestrucción son parte del humano o solo míos.
Es
como si yo hubiera nacido con otros fines pero a la vez con
sentimientos tan encontrados: salvar a la humanidad pero destruirme a mí
misma.
¿Dónde se haya la salvación en la muerte?
A veces pienso que en verdad soy un monstruo pero luego miro mi pureza, mi inocencia y no cabe en mí deseos de destrucción.
Me
pregunto si en la fragilidad de mi alma se puede hallar un amor tan
fiel y sumiso como el que siento. Es, incluso a veces, descolocado.
Difícil de creer pero ahí está, luciéndose con intensidad.
¿Cómo hacer para ocultarlo? Creo que he pasado demasiado tiempo intentando no ser-yo.
Me
he resguardado a través de los malos hábitos y del odio desmesurado
hacia mí. Aún, detrás de aquélla máscara que intento hacer pasar como
identidad, se encuentra el amor. Sencillamente es demasiado; habita en
cada poro de mi estructura.
Me lleva a pensar: Esto es lo que soy.
No
la idiota que hacia tiempo atrás intentaba matarse y reprimirse por no querer o poder
entregarse al Destino de su vida que no es solo salvar al mundo sino a
sí misma.
Desde mi asiento contemplo la noche.
Desde aquí contemplo mi vida conmigo.