lunes, 5 de julio de 2010
Estoy sentada, en una mesa, alejada de la realidad de todos los que
charlan, rien y gritan. O por lo menos, eso parece que hacen. En verdad
solo veo sus bocas moverse al unisono de sus manos, es comprensible que
intenten explicar hechos que quizás con las palabras no sea suficiente
para describir el todo del nada. En mi Ipod suena una canción de piano
que me fascina. No sólo por el instrumento en sí, sino por...como parece
sonar en mis oidos. Lo escucho y me dan ganas de llorar, como
también se me pone la piel de gallina. En mis manos, un libro que
paso de generación en generación en mi familia "Cien Años de Soledad"
que se posa con su tapa verde musgo, sus hojas amarillentas oxidadas
por el tiempo y sus letras color oro reluciendo en la portada. Sus hojas
esperan ser leidas pero no, no me traigo ganas de leer, tampoco es el
tipo de libro que me agrada leer. Tome un café frío que se que me hará
sentir culpable de hablerle tomado pero no ya, no ahora en este preciso
momento, quizás luego. Gabriel García Márquez, siento que tus cien, que
parecen mil, años de soledad me pesan en la vida y el cuerpo, se vuelven
tan míos como lo fueron tuyos. Cortan la respiración pero aún así,
llena de angustia, sigo acá, sentada, con la mirada perdida y ganas de
llorar junto con el piano que grita a horrores la agonía en sus teclas,
en su sonido. Veo a las parejas, las familias, los amigos, disfrutando
de su mutua compañía. Respiro ondo y siento que la felicidad nunca va a
ser parte de mi. Me dan escalofríos al pensarlo pero...hay que aprender a
afrontar la vida, las cosas que nos tocan vivir porque son nuestras
misiones. Hoy un hombre de unos casi 90 años me dijo lo siguiente: "en
la vida hay que vivir, si no vives ahora, después ya no se podrá".
Suena muy lógico lo que me ha dicho pero cuando llega el momento de la
acción es de lo primero que me olvido. Con sus años rompiendose en
arrugas y su mirada sumerguida en el pasado volvió a dirigirse hacia mí:
"si la muerte quiere venir, que venga, he vivido todo lo que deseaba
vivir, puedo partir ya...". Y sonrió con tristeza como yo también
intentando convencerme de que yo también viví todo esto casi 19 años de
vida. Pero, no hay caso, vivir no es lo mismo que sobrevivir. Y
sobrevivir es lo único bien que he podido lograr hacer...nada más.