Me siento vulnerable. Tienes algo que me cautiva, pero aún no te quiero. Aún no he descubierto qué es, supongo que con los meses vendrá la respuesta.
No es que te vea a diario. No es que hablemos de millones de cosas, todavía queda mucho pendiente, demasiado, pero estas en mi mente y no sé, te veo abriendo las puertas de mi cabeza, desordenándome el orden que me llevo años nuevamente conseguir. De vez en cuando, me entra un poco de miedo de que hallas entrado así, sin permiso, de golpe, sin siquiera avisar; como si te perteneciese ya mi cabeza, como si supieses que iba ser para ti, aunque tu ni siquiera te lo imaginas. Tienes algo, que me hace pensar en ti constantemente.
Quizás esa confianza al verme reflejada en nuestros gustos sobre música, animales, temas polémicos que tratamos de evitar (tratas) y la forma de ver la vida. Tal vez es por ti el que me hace pensar en darme nuevas oportunidades y mirar el móvil cada 15 minutos y sonreír. Quizás esa complicidad que me hace sonreír de vez en cuando sin ni siquiera un motivo aparente, porque no me das motivos, razones ni explicaciones. Sencillamente te metes en mi cabeza.
Luego de nuestras salidas, me quedo pensando. Me quedo en silencio.
La última salida te fuiste. Te ibas y te veía la espalda como el taxi te llevaba al lugar donde yo algún día descontrolé mi cuerpo con alcohol y un poco más de sustancias que ya no quiero recordar, te alejabas lentamente como si no quisieses ir y a la vez sí; preocupado por tu automóvil que te llevará nuevamente al destino que ya tenías planeado.
Aunque no mires para atrás, o aun cuando quieras ya no podrás decir adiós o un hasta pronto. Todavía no me recorre el típico escalofrío en el estómago. Aunque, a veces sí, pero es solo por tu mirada, sólo cuando me clavas los ojos directamente.
Entonces, todo desaparece y no sé dónde esconderme, me siento vulnerable, como si pudieses leer mis ojos, porque ya estás en mi cabeza, aún no te quiero.
Y luego viene… No sé qué viene, todavía no viene nada o quizás nunca venga nada. No viene nada más allá de las palabras, de esos caminos que nos pega el viento de mar en el rostro y en tus ojos. No viene nada, pero es como que si estuviésemos abiertos a esa posibilidad y a veces me deja de dar miedo y se me ponen los ojos brillantes. Sonrío y me digo a mi misma; Quizás sea el momento, ¿Pero tu no estas listo, no?