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Yo amo, Japan

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domingo, 20 de febrero de 2011

Hoy le pregunté a mi papá si creía en mi futuro. Le dije que tenía que apostar a él, es decir, ayudarme. Él se rió como suele hacer.
¿Acaso pensará que soy un caso perdido? Quizás termine siendo como él pero esto no se lo dije porque para él sería como un halago.
¿Saben? No lo es. Sería lastimarlo, porque si solo se pusiera a pensar un momento en lo que es su vida y lo que fue no habría más que derramarse en lágrimas lastimosas, penando por lo que nunca pudo ser.
Él es un hombre ambicioso, con buen trabajo y muy inteligente pero me di cuenta que a veces eso no alcanza para cumplir nuestros sueños. Se necesita de consistencia, de creer en uno mismo. De muchas cosas.
Él siempre intentó satisfacer las necesidades de su madre y al no poder, se alejó. Y ella "lo desterró" de su vida. Solo son dos personas heridas que se siguen queriendo pero que no pueden ver lo mucho que perdieron por centrarse en las expectativas. A veces las cosas no salen como lo esperamos, a veces no tienen que ser de ese modo. A veces los hijos no llegamos a ser lo que los padres sueñan que seamos ¿Y eso está mal? Cada uno tiene que vivir su vida y ser libre de las presiones externas. O quizás hasta ser libre de uno mismo, las trabas que se pone -auto-saboteos- para seguir creyéndose un fracasado.
 
Sí, en eso me parezco mucho a papá pero sé que no voy a terminar igual porque yo soy conciente de ello y quiero cambiarlo. Por suerte,  me doy la oportunidad de elegir "el personaje que quiera ser". Es decir, yo misma. Elegirme a mí misma, apostar por mí.
Ahora en mí está tomar esa decisión y es difícil (Nadie dijo que lo fuera, ¿No es cierto?) pero valdrá la pena hacer el recorrido.