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" Quisiera
pregonar lo que te quiero a voces sordas de teclado, quisiera llorar las noches que me gustaría que estuvieses por
aquí, pero me quedo con el consuelo de que sé que cobraré todos los intereses,
de que saldaré esta deuda en algún momento, mientras tanto pago aduana al
cruzar alguna llamada, pago el impuesto revolucionario por haberte
conocido, pero me siento especial por sentir bajo mi piel lo que me trasmites y
eso me hace ser algo más que un personaje anónimo destacado entre tanto
sentimiento por atar. Siento que
estoy
aprendiendo de ti, no sé quizás el qué y el cómo pero siento la necesidad de
desafiar al mundo tras hablar contigo, siento la prepotencia de mirar por
encima del hombro al resto del planeta tras colgar la conversación de rigor con
la cual alimentas algo más que este vacío que a veces me abduce [...] "