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Yo amo, Japan

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jueves, 31 de diciembre de 2009


Terminó el 2009. No soy quien para decir que este año fue el mejor, engañaría enormemente si dijera eso. No fue el mejor año, lo admito, fue incluso como el sufrimiento que nunca paraba de doler o la pesadilla que no termina más. Terminó. Así de rápido, se pasaron volando frente tuyo y mío trescientos sesenta días. He comprendido que hay que saber cuando ser uno y cuando dejarnos de lado para poder pensar un poco en el otro. Creo que este año me han quedado cosas y otras muchas, se han ido. Gane una gran enfermedad llamado Desorden alimenticio y un gran vicio llamado Perfección. Así es, este año se asentó en mí como cual parasito dejándome totalmente cambiada, renovada, desolada, destruida, deshecha. Perdí amistades, muchas de ellas. Gane amores no correspondidos que aún siéndoles me llenaron el cuerpo de un poco de vida. Me perdí a mí. Gane algunas otras amistades, conocí gente nueva que nunca antes quizás hubiera querido tener al lado mío. Comprendí que solo aquel que te demuestra con acciones que le interesa como estás es aquel que realmente lo vale. El que se olvida de uno, simplemente es alguien más. Alguien que un día te conoce y al otro día, te manda a la mierda. Perdí muchas esperanzas, las ganas que el año pasado conservaba de vivir, de poner lo mejor de mí en todo y para el bien de todos. Me agoté como el agua algún día puede hacerlo si seguimos utilizándola mal. Gane nuevas experiencias, descubrí nuevas virtudes y defectos en mí y en segundo lugar, en otros. Comprendí que inconcientemente uno puede hacerle mal a otro porque solo pensó en si mismo y no en las consecuencias que debía asumir el otro. Perdí a montones la vivacidad dentro mí, ahora, solo conservo unas ojeras irremediables y la falta de calcio en todos mis huesos. Gane un poco de felicidad gracias a unos pocos que me pidieron que no me quedase atrás, que no les dejase. Que más que agradecerles porque si no cometí una locura (y no de las insignificantes que vengo cometiendo, sino las importantes, las definitivas) fue por ellos. Perdí peso, casi veinte kilos menos. Gane la soledad, la tristeza y los silencios de cuarto a las cinco de la mañana junto con un insomnio. Perdí la confianza de las personas y la mía en mí misma, la poca que me quedaba el año pasado. Aprendí a mentir y fingir tan bien que cuando quiero que se note mi dolor y desconsuelo, me quedo aún más sola. Desde ahora busco un amor sano y simple que me de cariño. Gane tres tipos de dolor físico: vómitos, laxantes y cortes (esta última, una sola vez por suerte). Perdí contacto con miles de personas que seguramente pueden estar tan o aún peor que yo. Porque hay dolores que matan y puedo asegurar eso a quien no lo cree. Gane compañías que entendían mis dolores, mis problemas, mis caprichos e intentaban encontrar un balance como quizás yo nunca podría, me enseñaron a sobrevivir con lo que se tiene. Perdí el miedo a la muerte cuando se trata de mí y aprendí a respetarla cuando se trata de otros. Aprendí a valorar cien por ciento lo que tengo y agradecer que tengo gracias al esfuerzo de mis papás. Agradezco infinitamente que la gente que se me acerco eso me llena de una felicidad que me recorre cada extremo del cuerpo y me quita todo ese frío y miedo que acarrea ver como la chispa de la vida se apaga...
Lo que quise plasmar es que quería enseñar que hay dolores inevitables y hay momentos que son tan mágicos que te sientes tocar el cielo con las manos. Te sientes quien sabe es Todo Poderoso inexistente. Otras veces, te sentí el mismo Diablo personalizado. Me busqué en los dos personajes. Me encontré en las miserias del Diablo y pocas virtudes de vaya a saber quien. Estoy en el medio. Donde nadie entra más que yo.

365 días más. 'pasaron volando', este año pasé tiempo con personas nuevas, viejas y viejísimas. Perdí cosas y recuperé otras. Cambié algunas por otras mejores. Me decepcioné. Escuché nueva música, leí nuevos libros, miré nuevas películas. Escuché, releí y miré innumerables veces mis constantes y favoritos de siempre. Casi me explota el cerebro. Disfruté muchas, MUCHÍSIMAS cosas. Muchas gracias a todos y Feliz Año Nuevo para todos los que el año que viene, cada persona en el mundo pueda seguir fabricando sueños y esforzarse por cumplirlos. Porque cuando un sueño se cumple uno puede llorar tranquilo y no de tristeza, sino de emoción. Espero que pare la guerra y la paz se quede con nosotros. Espero lo mejor, de todo corazón, para todos.






HAPPY NEW YEAR :)