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Yo amo, Japan

Leéme


domingo, 18 de octubre de 2009


Fabricio caminó por el pasillo intentando recordar cómo era que había llegado allí pero ninguna de la gente que también divagaba perdida entre un frasco de vitaminas y un recuerdo infeliz, parecía saberlo tampoco.Simplemente se dedicaban a estar, realizaban una rutina y se sentaban a esperar, nunca supe qué.. solo estaban.El chico recorrió las mesas observándo sus caras, algunas miradas lograron devolverle la sensación de vacío que Frabicio presenciaba, pero allí nadie hablaba. Aún no entiendo por qué la gente se esfuerza por silenciar sentimientos, es la necesidad de fantasear con ser un espejismo, sin embargo no creo que podríamos hacernos cargos de esos sueños.Fabricio al igual que esas personas, era débil y vulnerable al pensamiento. Cualquier cosa que se le cruzaba por la mente parecía debilitarlo. Las preguntas estallaban dentro suyo, necesitaba sentirse, que después de aquél trance entre la vida y la muerte, él seguía con vida.Desparramó lágrimas mientras ellas se mezclaban con la voz que ahora, iba lentamente quebrándose


Al poco tiempo Fabricio no pudo desprender la mirada de los ojos color miel de Amelie. Sintió una fuerte conexión que la desdicha no pudo cubrir, el dolor ahora, yacía a un costado.Y así permanecieron unos minutos en silencio pero hablando a través de las miradas, sintiéndose el uno con el otro.Aquél día, Fabricio se encontró en los ojos de otra desdichada, como él. El dolor los unió en algún punto.La sensación de vacío, iba disminuyéndo a medida que él se acercaba a ella [...]


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Hoy hay una historia que se me vino a la mente, hoy mi mente divagará en historias.