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Yo amo, Japan

Leéme


miércoles, 29 de abril de 2009


La vida me es injusta. O mejor dicho, creo que yo soy injusta con ella. No me doy la posibilidad de vivirla como se debería (Pero ¿Quién dice qué es lo justo y lo que se debe hacer y qué no?)
Fallé tanto tiempo que a veces finjo que no me molestaría seguir haciéndolo pero yo sé que sí. Me duele.
Pero ¿Hasta qué punto mis errores son una gran molestia para mí, si no hago nada para cambiar mi posición?
Se supone que si sientes la picadura de un mosquito en el brazo vas a espantarlo con la mano para que se vaya. Se supone que te duele, te incomoda y no quieres ahí.
Se supone, claro
Y si el dolor se hace común a tu vida cotidiana es como que en parte algún día deja de dolerte del mismo modo. Tú buscas la forma de anestesiarte. Sacas el insólito y -no casual- pensamiento de "Uy, hay algo que duele y tengo que remediarlo!"
Te alejas en un rincón, solo tu y tus sentimientos que cada vez pesan más y más.
Cuando ya no te queda nada más por perder, ¿Qué se hace?, ¿Se sigue apostando a perder más (porque siempre HAY algo más) o se intenta salir adelante?
Pero la palabra "salir adelante" suena muy para valientes y seamos sinceros: yo no lo soy. Apenas puedo dirigirme a mí misma y decir: Hola, soy Lika y necesito una mano. (Sí, de vez en cuando lo hago)
No solo no soy valiente, sino que además de cobarde soy una evitadora profesional para la hora de hablar de mis problemas.
¿A qué le temo con tanto pánico?, ¿Cuál es mi mayor miedo... descubrir un día que no estoy sola y que todo el dolor del mundo puede realmente sanarse?


Sonrío y respiro, y luego dig: "Adiós a todo el ruido... adiós"
Mal día.